Vista noreste de la Montaña de Gáldar, Gran Canaria. Fuese por sorpresa o voluntad propia, en una ignota cueva cercana a la antigua capital indígena fue capturado por los castellanos el guanarteme Tenesor Semidán (fuente: PROYECTO TARHA).
En esta tercera y última parte de la serie de artículos dedicados al llamado Pacto de Calatayud nos ocupamos de una de las grandes incógnitas que plantea este evento: la identidad del guanarteme anónimo que prestó obediencia a los Reyes Católicos.
Adelantemos que por el momento la carencia de pruebas documentales oficiales –empezando por la propia carta peticionaria presentada por la embajada grancanaria que compareció en la ciudad aragonesa en mayo de 1481– hace imposible hoy por hoy despejar dicho anonimato. No obstante, en este artículo presentamos una relación de los cuatro nombres que consideramos ser los candidatos más probables a encarnar al enigmático personaje.
Monumento a Don Fernando Guanarteme en Calatayud (fuente: Escultura Urbana en Aragón – Armando González Gil).
No imaginaba el profesor Wölfel que en el año 1959, casi tres décadas después de publicar su transcripción de la Carta de Calatayud en la revista Anthropos, iba a iniciarse un enconado y casi surrealista debate de marcado cariz político e intelectual a cuenta de su descubrimiento.
Portada de la iglesia de San Pedro de los Francos, sede de las cortes aragonesas en Calatayud. Probablemente, los Reyes Católicos recibieron en este templo a la delegación de indígenas grancanarios que les prestó obediencia en mayo de 1481 (fuente: Diego Delso – Wikimedia Commons).
La proximidad del 30 de mayo, fecha oficial del llamado Día de Canarias, despierta entre los amantes de la historia antigua del Archipiélago el recuerdo de un controvertido suceso arropado por las incógnitas propias de la escasez de registros documentales: hablamos del conocido como Carta, Paces o Pacto de Calatayud.
Fragmento del folio 134v. del Nobiliario de Juan de Carasa y Zapico donde figuran datos de interés relativos a la conquista de Gran Canaria (fuente: Biblioteca Digital Hispánica – Biblioteca Nacional de España, signatura Mss. 11633).
Cuando preparábamos nuestro ensayo Los pactos indígenas de Gran Canaria y Tenerife, encargamos a la Biblioteca Nacional de España una copia digital de un nobiliario redactado a mediados del siglo XVI, única obra conocida del genealogista cordobés Juan de Carasa Zapico. El motivo de la petición era comprobar de primera mano una información referida a finales del siglo XIX por el zoólogo, explorador y erudito Marcos Jiménez de la Espada (Cartagena, 1831 – Madrid, 1898) en un interesante artículo titulado La guerra del moro a fines del siglo XV, cuya lectura recomendamos.
Como decimos, esta obra contiene un dato de sumo interés y que no consta en ninguna otra fuente. El texto en cuestión es el siguiente, tal y como figura en el folio 134v.:
En 1966, como fruto de una investigación alentada por el profesor Antonio Rumeu de Armas, el por entonces doctorando Miguel Ángel Ladero Quesada publicaba en el Anuario de Estudios Atlánticos la transcripción de unos sorprendentesdocumentos que arrojaban nuevas luces sobre la conquista realenga de Canarias y que a la vez planteaban nuevos interrogantes. La valiosa información aparecía consignada en tres cuentas de gastos, una clase de documento cuya árida y rutinaria naturaleza no dispone a presagiar ningún dato interesante. Nada más lejos de la realidad.
La primera cuenta, fechada entre 1481 y 1482, en pleno proceso de conquista de Gran Canaria, estaba firmada por Pedro de Arévalo, proveedor de la armada conquistadora. La segunda relación de gastos venía signada por Juan de Frías, alcaide de los Alcázares de Córdoba –no confundir con su homónimo, el obispo de Rubicón–. Finalmente, la tercera cuenta mostraba la rúbrica de Antonio de Arévalo, hijo del primero, designado pagador de las huestes castellanas que participaron en la Guerra de Canaria, una vez concluida esta.
El Puerto de Las Nieves (Agaete, Gran Canaria) en 2015. En la lejanía, la montaña de Amagro, lugar sagrado para los antiguos grancanarios. A la derecha, el Roque de Las Nieves. Al pie de este hito geológico fue edificada la Torre de Agaete entre julio y septiembre de 1481 (fuente: PROYECTO TARHA).
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