El Pacto de Calatayud (2/3)

Monumento a Don Fernando Guanarteme en Calatayud (fuente: Escultura Urbana en Aragón – Armando González Gil).

No imaginaba el profesor Wölfel que en el año 1959, casi tres décadas después de publicar su transcripción de la Carta de Calatayud en la revista Anthropos, iba a iniciarse un enconado y casi surrealista debate de marcado cariz político e intelectual a cuenta de su descubrimiento.

El 25 de abril de ese año, cuatro días antes de la ceremonia conmemorativa de la rendición de Gran Canaria a la Corona de Castilla, el periodista Domingo Navarro Navarro, presidente de la Asociación de Corresponsales de Guerra, publicaba en el diario Falange un artículo en el que elogiaba el papel representado por Fernando Guanarteme en la claudicación de los canariotes ante los Reyes Católicos, atribuyendo al líder isleño el mérito de haber firmado las paces de Calatayud el año 1481.

Política y polémica

El asunto no habría trascendido más allá de la publicación de un panegírico si no se hubiera dado el caso de que la persona elegida ese año para redactar y leer el pregón de las celebraciones había sido el profesor Antonio Rumeu de Armas, quien la noche del día 28 de abril pronunciaba su discurso en Radio Las Palmas, apareciendo publicado a la mañana siguiente en el propio diario Falange.

En su disertación, evitando alusiones, el profesor Rumeu de Armas desmentía la presencia de Fernando Guanarteme en Calatayud, adjudicándosela al llamado rey Pedro, a quien identifica con el personaje llamado Aymediacoán en algunas fuentes, entre otras variantes del antropónimo:

Por último, comparece de cuerpo entero el desconocido y misterioso rey Pedro, vecino y morador de Gáldar en 1501, a quien es dable identificar con Armide Yacocón, hermano del guanarteme de Telde Ventagoo y padre a un tiempo del valiente Autindana y de la grácil y cautivadora princesa Thenesoya Vidina.

[…]

Rendido el rey Pedro en abril de 1481 y cautivo el rey Fernando en febrero de 1483, […]

El 30 de mayo, Domingo Navarro Navarro anunciaba que, gracias a sus gestiones, el Ayuntamiento de Calatayud había acordado en sesión extraordinaria rebautizar la Plaza de la Correa, en la ciudad bilbilitana, como Plaza de Fernando de Guanarteme. A esta noticia sucederían artículos de apoyo firmados por Luis Doreste Silva, cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, y Sebastián Jiménez Sánchez, delegado regional de excavaciones arqueológicas.

La respuesta del profesor Rumeu de Armas llegó el 10 de julio a través del Diario de Las Palmas, mediante un artículo cuyo título prescindía de paños calientes: Don Fernando de Guanarteme nunca estuvo en Calatayud. Quien compareció en la ciudad aragonesa fue otro monarca canario.

El desmentido, viniendo de todo un prestigioso catedrático de Historia, provocó la indignación de Navarro quien se aprestó a la contrarréplica el 26 de julio en forma de artículo a página completa. Esta respuesta vino sucedida a lo largo de más de diez años por una campaña de iniciativas varias por parte de Navarro contrapuestas a las razonables dudas planteadas por Rumeu de Armas –quien llegó a ofrecer un millón de pesetas a quien le presentase una prueba fehaciente de la presencia de Fernando Guanarteme en Calatayud–: edición de una medalla conmemorativa, frecuentes visitas y cartas al consistorio de Calatayud, obtención del compromiso consistorial para la colocación de un busto de Fernando Guanarteme –obra de Emilio Laíz Campos– en la prometida plaza, traslado de bolsas de tierra procedente de Gáldar y Toledo para depositarlas en una urna que formara parte del monumento… campaña que finalmente interrumpió el fallecimiento del periodista en abril de 1973.

El hermanamiento

Sin embargo, una vez iniciada la materialización del homenaje, este siguió su curso con el apoyo de expertos como el profesor Celso Martín de Guzmán, y si bien el ayuntamiento bilbilitano acabó dando marcha atrás al plan de renombrar la Plaza de la Correa, en 1977 se procedió a la colocación del busto dedicado a Fernando Guanarteme en la Plaza Islas Canarias, en pleno centro del Paseo de las Cortes de Aragón.

Cuatro años más tarde, el 30 de mayo de 1981, para celebrar los 500 años del presunto vasallaje de Tenesor Semidán a los Reyes Católicos, las ciudades de Calatayud y Gáldar se hermanaron, otorgando sus respectivos topónimos a sendas calles locales.

Desde la perspectiva de los años, resulta sorprendente la enorme cantidad de artículos de prensa a la que la Carta de Calatayud dio origen, de los que aquí hemos ofrecido tan solo una pequeña muestra. Y aunque hoy en día expertos como el profesor Manuel Lobo Cabrera siguen defendiendo en sus líneas generales las tesis planteadas por el Dr. Rumeu de Armas al respecto de esta cuestión, lo cierto es que, una vez más, se demuestra la prevalencia de aquel dicho que aconseja no dejar que la realidad –las dudas, en este caso– arruinen una buena historia.

Agradecimientos

Queremos en esta ocasión agradecer al personal de la Biblioteca Insular de Gran Canaria la deferencia de facilitarnos una reproducción digital de la fotocopia del citado artículo Don Fernando de Guanarteme nunca estuvo en Calatayud, conservada como parte del Fondo Miguel Santiago bajo la signatura MS A2/12.

Nuestro reconocimiento también a la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria por poner a disposición del público su excelente hemeroteca a través del archivo digital JABLE, lo que nos ha facilitado enormemente la redacción del presente artículo.

Antonio M. López Alonso

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