Tag Archives: Cabitos’ Inquiry

Esenciales (IX): Fernán Guerra, el hombre que sabía demasiado

Solar de las antiguas casas señoriales en Teguise, Lanzarote. Las calles de la llamada Gran Aldea fueron testigo de los enfrentamientos entre los vecinos y los secuaces de Inés Peraza y Diego García de Herrera (fuente: PROYECTO TARHA).

[…] el Rey […] le había mandado, entre otras hablas, que viniese otro día, de madrugada, al cuarto de la campana gorda, por el postigo de Jerez, a hablar con Sus Altezas, y que nadie le viese ni fuese otra persona con él; […] y que cuando volvió […] dijo cómo Su Alteza le había preguntado por la conquista de esta isla, delante de un secretario suyo; y que él se lo había dado todo por escrito, y qué población y lugares había en la isla, y el tamaño de la isla; y […] qué gente había de pelea, y qué gente sería menester venir de Castilla, para conquistarla y ponerla debajo de la obediencia de Sus Altezas esta isla, y qué navíos serían menester, y que asimismo todo se lo dio por escrito; y que […] Su Alteza le había preguntado si conocía maestres de navíos y que le llevase algunos […][1]RUMEU (1990, pp. 677-678). Adaptado del castellano antiguo por PROYECTO TARHA.

Aclaremos que este título un tanto hollywoodiense no es el del esencial que hoy queremos presentarles, pero la historia contenida en este, digna de guión cinematográfico, justifica la licencia.

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Esenciales (VII): La Pesquisa de Cabitos

Teguise

Panorámica de la actual villa de Teguise (Lanzarote) en 2016 desde el monte Guanapay. Llamada Gran Aldea por los europeos en el siglo XV, fue capital del Señorío de las islas de Canaria y escenario de la insurrección de los vecinos contra el gobierno de Inés Peraza y Diego de Herrera que dio origen a la Pesquisa de Cabitos (fuente: PROYECTO TARHA).

[…] y nosotros, como gentes pocas y pobres, miserables, ignorantes, vivientes en la dicha isla, pobres que no tenemos de qué proveernos ni mantenernos salvo del cielo y de ganados cabrunos, y no tenemos otras haciendas ni rentas de qué vivir. Porque, Señor, si un año cogemos pan, dos años no lo cogemos, y así vivimos en esta tierra, en nuestra miseria y pobreza, y se nos llevan el dicho tributo cada año […]. Y de todo ello, los dichos señores Diego de Herrera y Doña Inés, su mujer, no son contentos […] cada día nos agravian más, sacándonos de nuestras casas, haciéndonos desamparar nuestras mujeres e hijos, llevándonos por la fuerza contra nuestras voluntades a otras islas de infieles en las que murieron y mueren muchos de nosotros y nos hacen guardar torres y fortalezas […] no queriéndonos dar ni pagar ningún sueldo […] y ya no les osamos decir ni repetir a los dichos señores ninguna cosa de los dichos agravios que así nos hacen por gran miedo que de ellos habemos hasta hacerlo saber a Vuestra Alteza, a la cual suplicamos con grandes voces, como gentes muy miserables y muy agraviadas, que Vuestra Alteza nos remedie con justicia, pues, Señor, estamos aislados en las ínsulas, en la dicha isla de Lanzarote, que está apartada de los reinos de España, en la mar al poniente.[1]Aznar Vallejo (1990, pp. 173-174) –adaptado del castellano antiguo por PROYECTO TARHA–.

Nunca imaginaron los promotores de esta rogativa que sus peticiones iban a dar origen al expediente público más importante que se conserva sobre la conquista de Canarias.

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