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De la recluta de delincuentes para la guerra de Canaria

Efigie idealizada del capitán Juan Rejón, jefe militar de la expedición de invasión de Gran Canaria ordenada por los Reyes Católicos, en una placa conmemorativa sita en el barrio de Vegueta, Las Palmas de Gran Canaria, en el año 2018 (fuente: PROYECTO TARHA).

(Artículo ampliado con un documento adicional el 11 de diciembre de 2022)

Por su naturaleza, los conflictos bélicos han constituido de siempre y a la vez un destino y un punto de partida. De partida, para quienes se ven abocados por la violencia a sufrir el desarraigo físico, cultural y emocional que supone la huida de una zona en guerra. De destino, para quienes ven en el caos del conflicto una oportunidad de escapar a castigos, represalias y persecuciones ordenadas por el poder establecido o a designio de terceros, bien sea por razones políticas, personales, o porque el fugitivo efectivamente ejerció la violencia criminal contra personas o bienes. En este último caso, la guerra viste al delincuente con un manto de impunidad que le permite seguir cometiendo, esta vez sin más cortapisa que la de su propia voluntad, aquellos u otros crímenes y delitos.

Un caso especialmente rentable de hermanamiento entre delincuencia y belicismo es el del uso de convictos por parte del poder político como efectivos de guerra a fin de dar cumplimiento a sus propios intereses, librando por un lado a sus gobernados del riesgo que supone la presencia del criminal, y, por otro, canalizando hacia el esfuerzo bélico, a coste cero, la agresividad latente en la persona o, en su defecto, el deseo de sobrevivir a un conflicto que esta quizás juzgará como ajeno a sus intereses.

Sobre este particular, tres de los cuatro documentos públicos cuyas transcripciones aquí presentamos no son unos desconocidos[1]Detallamos las oportunas referencias en las notas de las respectivas transcripciones.. De hecho, fueron reseñados en 1981 por el profesor Eduardo Aznar Vallejo[2]AZNAR VALLEJO (1981), pp. 19, 26-27, 32., uno había sido transcrito en parte anteriormente por el profesor Antonio Rumeu de Armas, y al menos dos de ellos han sido posterior objeto de discretas publicaciones, si bien una de ellas incompleta. Pretendemos ahora darlos a conocer en su integridad junto a un cuarto, y, al mismo tiempo, ofrecer una perspectiva más amplia sobre su contexto.

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